martes, 3 de noviembre de 2009

Gobierno de José López Portillo




Portillo recibió al país en una situación difícil ya que apenas unos días antes el presidente Echeverría había realizado una de las devaluaciones monetarias más severas que el país hubiese vivido hasta esas fechas.

El PIB per capita cayó 2.5 %: el déficit de las finanzas públicas alcanzaba un impresionante 9.1 del PIB y, por consiguiente la inflación se situaba en un nunca visto 27.2 %.

La deuda externa total al 30 de junio de 1977 era de 20,948 millones de dólares, o sea más de cuatro veces la que existía al fin del período de Díaz Ordáz.

Cuando López Portillo tomó posesión y ante un México decaido, pronunció un discurso que se ganó el apoyo del país entero:" Hagamos una tregua inteligente para recuperar nuestra serenidad y no perder el rumbo... podemos hacer de nuestra patria un infierno, o un país donde la vida sea buena.

Anunció además que los dos primeros años de su gobierno se dedicarían a superar la crisis, los dos intermedios a consolidar la economía y los dos últimos serían de expansión acelerada.

Dentro de su gobierno hubo logros y aciertos, aunados a situaciones que fueron determinantes para el desarrollo del país,como por ejemplo cuando los paises arabes interrumpieron la venta de petróleo a Estados Unidos y a Europa Occidental por el apoyo brindado a Israel. Esto provocó que Mexico se convirtiera en el 1er exportador de crudo, lo que logro que el PIB se elevara a 8% anual y que la tasa de desempleo se redujera en un 50%. "Quiero administrar la abundacia", fuel lema que Portillo adoptó.

Se descubrieron importantes yacimientos de petróleo en Chiapas, Tabasco y la sonda de Campeche, lo que permitió a López Portillo la reactivación de la economía nacional.

Promovió la denominada Alianza para la Producción, promulgó una ley de amnistía política, y en el campo internacional, restableció las relaciones diplomáticas con España.

Recibe al presidente norteamericano Carter, pero rompe relaciones con Somoza y apoya a los rebeldes sandinistas para enfrentar indirectamente a los Estados Unidos en la región.

Convocó una importante reunión Norte-Sur y propuso en la Organización de Naciones Unidas un Plan Mundial de Recursos Energéticos.

Internamemnte produjo importantes cambios en la Cámara de Diputados, al incrementar el número de miembros a 400, teniendo en cuenta que al menos 100 de ellos deberían ser miembros de partidos de la oposición. Logrando con ello que las demandas de otros partidos más pequeños pudieran ser oídas.

Su política agraria contemplaba el reordenamiento de la economía; había que "afectar cuanto antes todo lo afectable" (de tierras) para dedicar todos los esfuerzos a aumentar la producción.

En materia hacendaria López Portillo prometió a los empresarios una política fiscal estimulante para invertir; manifestó también que se daría mayor progresividad al impuesto sobre la renta a personas físicas, a cambio se alentaría la reinversión de las empresas; para elevar el ahorro doméstico.

Emitió los petrobonos con tasas de interés atractivas e indizadas al precio del petróleo que entonces estaba al alza, igualmente y con el mismo propósito permitió que la banca recibiera depósitos en dólares que cubrirían los riesgos cambiarios.

Otros hechos destacables de su gobierno fue el permitir la visita a México del Papa a instancias de su madre, profundamente católica.
En 1980 México ocupó el sexto lugar en el mundo en cuanto a reservas se refiere y el quinto en producción. Para 1982 el país ocupaba el cuarto lugar en reservas y exportaba 1,500,000 barriles diarios, después de la Unión Soviética, Arabia Saudita y Estados Unidos.

El auge petrolero de esos años provocó que tanto el Presidente López Portillo como la gran mayoría de los mexicanos se ilusionaran, la banca internacional se apresuró a ofrecer créditos al gobierno, dados sus enormes recursos petroleros, La deuda externa que en 1977 era de menos de 21,000 millones de dólares, ya para 1982 alcanzaba los 76,000 millones, de los cuales el 80 % correspondía al gobierno y el 20 % restante a la deuda privada.

Con las grandes cantidades de dinero generadas del petróleo y del crédito se intentó un proyecto de industrialización y modernización en cinco años.

El gasto público se desbocó; en 1978 creció en un 38 % sobre el de 77, el presupuesto de egresos se elevó en un 23 % y el de la inversión pública un 37 % sobre el año anterior; en 1980 el gasto público volvió a crecer un 33 %, el de la inversión un 35.5 %, el destinado al campo 100 % y al comercio un 200 %. Para 1981 los egresos del erario se incrementaron en 55 %, los de la inversión pública un 40 %, el gasto corriente un 55 %, y el servicio de la deuda un 36 %.

En 1979 la oferta de trabajo por primera vez fue mayor que el aumento de la población: la masa salarial creció en 1980 un 39 % por el mayor empleo y mejores salarios.
Buena porción del crecimiento durante el periodo de López Portillo fue ficticio porque la mayoría de las industrias paraestatales produjeron a costos desmesuradamente altos, que las obligaba a operar en números rojos y a no ser competitivas ni siquiera en el mercado interno, a no ser porque el erario público cubría sus pérdidas a través de generosos subsidios.

La abundancia es buena pero cuando se sabe administrar, López Portillo nunca reconoció la liga causa-efecto entre el gasto deficitario y la inflación. Tomó decisiones arbitrarias y financieramente inadecuadas, que detonaron la crisis más severa en la historia de México desde la Revolución.

La sobreoferta de los países productores y el ahorro de energía de los países consumidores provocaron , a partir de junio de 1981, el desplome de los precios del petróleo que arrastró en su caída a la economía nacional petrolizada.

Los préstamos poco responsables, que sumados a la falta de visión y a una corrupción galopante en el gobierno federal, terminaron no sólo por reducir a cero los beneficios del petróleo sino a multiplicar la deuda externa y a devaluar en más de un 400 % el valor de nuestra moneda.

Todavia esta presente en la mente de muchos mexicanos aquella frase pronunciada un 17 de agosto de 1981 por el exmandatario: "Defenderé el peso como un perro" pero de nada sirvió ese entusiasmo ya que a las pocas semanas, el 17 de febrero de 1982, se retiró el Banco de México del mercado de cambios, el gobierno se vio forzado a declararse en moratoria de pagos y tuvo que devaluar de 22 a 70 pesos por dólar.

Para minimizar un poco los efectos de la devaluación, el gobierno emprendió una disminución del gasto público, impuso más controles a la importación, subió los precios y tarifas públicas y elevó las tasas de interés; decretó un alza general de sueldos y salarios del 10, 20 y 30 % que elevó los costos de producción, se compraron dólares y los acreedores del gobierno dejaron de renovar sus créditos.

Desesperadamente el gobierno pagó en pesos los depósitos en dólares hechos por mexicanos en la banca nacional, para no enviar sus ahorros al extranjero; se cerró la venta de dólares por cuatro días y, finalmente decidió la estatización de la banca y el establecimiento del control de cambios. El Banco de México fue convertido en un organismo público descentralizado.

Tristemente el 1 de septiembre de 1982, día de su último informe de gobierno, López Portillo tuvo que encarar a la nación para anunciar al país la crisis por la que estaba pasando. Finalmente dejó la presidencia el 1 de diciembre de 1982, eligendio como sucesor a Miguel de la Madrid Hurtado.

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